Cerrar la puerta de casa y no saber cuándo volverás a abrirla. En los peores momentos del estado de alarma, con la persiana subida y los visillos del control social abiertos de par en par, miles de miedos encerrados preguntando no ya qué pasará, sino qué está pasando, cómo voy a comer mañana, cuándo voy a poder pagar el alquiler. Y, frente a estos miedos, las respuestas colectivas en forma de redes de solidaridad y esperanza. Ofreciendo soluciones, respuestas y una mano amiga que demostraban, una vez más, que cuando tocamos el fin del mundo, es el colectivo el que reacciona. El discurso y la práctica del liderazgo tradicional se resiste a la extinción. Frente a la historia vivida por cientos de miles de personas, que se ayudaban entre ellas sin que hubiera nadie al frente, ha triunfado la imagen de un líder, o de varios líderes, que dirigían las operaciones estatales de recuperación en pleno estallido de una pandemia. Una historia que, si bien es en parte cierta, sólo pone el foco en
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