Porque son las industrias, los campos de golf y el cultivo de productos agrícolas –con subvención europea, por cierto- inapropiados para las zonas áridas de la Península Ibérica, las que se llevan el mayor porcentaje de agua y no lo consumido por las familias españolas. El establecer tramos tarifarios en la factura del agua puede educar en el consumo responsable del agua, pero también puede suponer que aquellas familias que lindan con la pobreza –casi 2 millones de españoles y españolas sufren la pobreza severa- se vean obligadas a reducir drásticamente su consumo o arriesgarse al impago de facturas y posterior corte del suministro.
Además, la Ley de Aguas que se debate en el Ministerio está reflejando la Directiva Marco del Agua de la UE, la cual propone que el coste de las infraestructuras para el servicio esté reflejado en la factura del agua. Recuperación de costes, lo llama. Esta iniciativa está siendo aplicada por instituciones como el Banco Mundial y el FMI en sus programas de cooperación sobre el agua y, en realidad, sólo garantiza libertad para encarecer los precios a las empresas privadas que se metan en este creciente negocio. Porque si el servicio es garantizado por el Estado, éste no ha de verse necesitado de recuperar costes por vía factura, sino que tiene otros mecanismos para socializar la recuperación y que se haga ésta de manera proporcional.
Paralelamente al debate sobre la Ley de Aguas, corrían rumores en estos días inciertos sobre la posibilidad de que el PSOE, bien por medio del Gobierno o bien por medio del grupo parlamentario socialista en el Congreso, retocara las propuestas de reforma estatutaria que emprenden las Comunidades Autónomas incluyendo directrices de la política estatal de aguas. Esta propuesta se acercaría más a la realidad que cualquiera de las que hayamos podido escuchar, pero lamentablemente obedece a otros motivos. La idea del PSOE es dirimir las diferencias existentes sobre el agua en sus distintas federaciones de manera interna, para asegurar que las necesidades políticas, que no ambientales, de cada región quedan satisfechas. Acordándose de su política se olvidan de la política de gestión del agua dejando el problema sin solucionar.
Gestionar el agua de una manera regional y no local es algo que ayuda a su conservación y, por tanto, garantiza el acceso actual y futuro. Es más, esta gestión no debería dejarse en acuerdos entre las mismas Comunidades Autónomas y el gobierno central, sino que debería involucrarse a países con los que compartimos cuencas. El caso del Tajo en Portugal es algo que evidencia esta necesidad, pues cuando en la Península Ibérica no llueve, Portugal sufre una doble sequía al ver cómo las autoridades españolas cortan el flujo de agua río arriba. Todo esto se puede resumir de la siguiente manera: gestión del agua entre las distintas administraciones, sean todas de un mismo Estado o no, contando con la participación ciudadana, con empresas y consorcios públicos fuertes, incluyendo los planes demográficos, urbanísticos, industriales y sobretodo agrícolas de la zona y tomando como principio inamovible que el agua de una cuenca no ha de salir de la misma, pues tiene graves consecuencias sobre el ecosistema y compromete su sostenibilidad. Pero eso sería tomarnos las cosas en serio.
Comentarios
El ladrillo, el golf, el riego agrícola por inundación y las grietas en los sistemas de distribución del agua, son los verdaderos causantes del derroche del líquido elemento. Lo de sancionar a las familias por el consumo es disparar contra el más débil. Es como cuando hace unos años querían sancionar el consumo eléctrico de lo shogares para aplacar la crisis energética. Claro, todo el mundo tiene en su hogar una pequeña industria que le consume millones de kilowatios.
La responsabilidad es de las Comunidades Autónomas más que del Estado, me temo. La Administración Central está en pleno retroceso en esta materia y el plante de algunas comunidades con el tema del PHN y el blindaje del Estatut al Ebro, es una buena muestra de ello. Y el Ministerio de Medio Ambiente, seamos serios, poco o ningún poder tiene. No debería ser así pero lo es.
Por lo que a nosotros nos toca, la Comunidad de Madrid, además de hacer bonitos anuncios en los que te dicen que te duches y no te bañes, o el Ayuntamiento poniendo cartelitos de "este parque se riega con agua reciclada", quizá debería ir a las presas de la Sierra y revisar toda la infraestrucutra desde que sale una gota de la misma y hasta que llega al grifo de una casa. Las cifras de pérdida de agua por averías o mal acondicionamiento de la red son bastante elevadas. Pero de eso no habla nadie. ¿Tienes algún dato?
La gestión del agua es una de esas cosas que llaman "de Estado". Del estado de la inopia, claro. Que tiene el mismo futuro que el tema urbanístico, terorrismo, política territorial, política exterior... se terminará improvisando sobre la marcha en una clara apuesta por un lo que sea. Eso sí. Después diremos que cumplimos todas las directrices europeas o recomendaciones de Naciones Unidas. Cómo el que más.
[Buena plantilla. Siempre hay que facilitar la lectura. Mis felicitaciones]
Siempre el hilo se corta por lo delgado.
saludos
El problema es que los políticos no van más allá. Hablan de ahorro, pero no toman seriamente la cuestión, y menos si afecta a bolsillos importantes, como urbanizaciones turísticas con sus campos de golf, etc.
Necesitamos una nueva cultura del agua, y esto debe incluir gestionarla de manera responsable, a todos los niveles: familiar, local, regional, nacional e internacional.
Pero claro, necesitamos una nueva cultura de casi todo, tal como vamos...
Salut!
Juan Carlos, la desertificación no es uno de nuestros mayores enemigos. Ésta se produce muy léntamente en relación a cómo somos capaces los humanos de bebernos un acuífero milenario en apenas 50 años. Ese es el tiempo que se calcula que Libia tardará en acabar con uno de los mayores del mundo, sito debajo del Sahara, en pos de llevar agua a su capital. Con el fin de ese acuífero se calcula podría alterarse la salinidad del Nilo -además de su caudal- lo que acarrearía una catástrofe agrícola en países como Sudán o Egipto. Coincido contigo, siempre el hilo se corta por lo delgado, el petróleo de Libia se acabará después de su agua.
Eva, no estoy de acuerdo con la política de precios. Subir los precios no educa, provoca que quien se lo pueda permitir gaste más y quien no se lo pueda permitir gaste menos. Lo que en un tema como el agua puede terminar resultando crítico. Sí veo bien la inclusión de un tramo fiscal nuevo donde el Estado recaude impuestos mediante la declaración de la renta que se traduzcan en las mejora de instalaciones del agua, financiación de friegaplatos a las familias que lo necesiten -la de agua que se va por el fregadero-, de cisternas con doble intensidad, etc. Que el dinero que el Estado ha de recaudar lo haga de aquellos que más tienen, y no de aquellos que más sufren. Con 1.000€ al mes y una hipoteca de 300.000€ a 50 años... ¡como para pagar más por el agua! Sí comparto la necesidad de una nueva cultura del agua, máxime cuando este pedazo de tierra que es la Península Ibérica se va a quedar como el desierto del Sahara en pocos años.
Un abrazo a todos y gracias por los comentarios.
No me ha quedado claro el párrafo:
"Porque si el servicio es garantizado por el Estado, éste no ha de verse necesitado de recuperar costes por vía factura, sino que tiene otros mecanismos para socializar la recuperación y que se haga ésta de manera proporcional."
El principio de recuperación de costes de la DMA establece que todos los usos deberán contribuir en un grado adecuado a la recuperación de costes. No como ahora, que hay usos que no prácticamente no contribuyen y si consumen grandes cantidades.
Te reitero mi felicitación por el artículo. Si me das permiso, me gustaría ponerlo en mi blog.
Saludos cordiales.
Puedes reproducir el artículo entero o parte de él en tu blog, por supuesto, siempre que indiques donde y quién lo publicó.
Procederemos a la visita de tu blog más detenidamente, pero un primer vistazo a él deja entrever cosas interesantes.
Salud.
Para información de la bloggsfera: el consumo de agua se divide del siguiente modo: agricultura 65%, industria 25%, consumo doméstico 10% (estas cifras varian de una fuente a otra, hasta 80-15-5 he leido en alguna parte).
Visto eso, porque los consumidores de entre el 10% i el 5% del total son sistemáticamente machacados y gravados con impuestos?
Si el gobierno se proposiera (via estímulo del riego por goteo o racionalización de cultivos) ahorrar el 10% del consumo agrícola, los mortales que nos duchamos, podríamos gastar el doble de agua sin incrementar el consumo total.
Otrosi: resulta que las compañías distribuidoras de agua (Aguas de Barcelona, en mi pueblo) generan unos beneficios astronómicos (por cierto, con un mercado cautivo).
Se nos mean encima y nos quieren hacer creer que llueve...
http://latramapolaca.blogspot.com/