Los Indultos y la libertad condicional en Catalunya

Foto de Egor Myznik | unsplash.com

Hoy, 22 de junio de 2021, parece ser que el Congreso de Ministros presidido por Pedro Sánchez y formado por miembros del PSOE, el PSC, Podemos, Izquierda Unida y Catalunya en Comú, tomará la determinación de aprobar un indulto parcial a las 9 personas que fueron condenadas por el Tribunal Supremo en relación al “Octubre catalán” de 2017. Desde estas líneas, esos indultos se consideran positivos, pero absolutamente insuficientes.

Una argumentación en dos tiempos

¿Se imaginan que ese mismo Congreso de Ministros decidiera aprobar un acto de reparación de las víctimas del Franquismo, pero sólo reconociera como tales a aquellas personas que formaron el Gobierno de la República, dejando al resto de represaliados sin su debido reconocimiento? Algo así está pasando en el caso de los indultos que se aprueban hoy, ya que sólo reconocen a 9 personas, aquellas implicadas en el gobierno catalán formal o informal -los Jordis formaban parte de esa comitiva que transitaba aquellos días el Palacio de la Generalitat como un miembro más del Govern. El problema es que las personas represaliadas a raíz del “Octubre catalán” son muchas más.

Son más de 3.000 personas. Quizás no hayan pasado por la sala del Tribunal Supremo español. Quizás no hayan salido en la prensa española. O no hayan sido visitados por políticos españoles cuando estaban en prisión. Pero, en Catalunya, hay más de 3.000 personas represaliadas de una u otra manera en el intento del Estado español por acabar con el movimiento independentista. Algunas exiliadas, como Anna Gabriel (CUP) o Marta Rovira (ERC). Otras condenadas, incluso con ayuda de la Generalitat, y pendientes de sentencia firme, como el caso de Marcel Vivet. Y otras pendientes de juicio por acusaciones que no se sostienen, como las 9 personas detenidas el 23 de Septiembre de 2019, acusadas de un terrorismo que no ha producido atentados y cuyas pruebas de acusación son, literalmente, haber buscado en internet el nombre de conocidos políticos españoles y haberse reunido supuestamente en Catalunya con la hermana de Carles Puigdemont… cuando ésta estaba, en realidad, en Bélgica. Más de 3.000 personas, la mayoría anónimas, a las que el Estado español les ha roto la vida por el simple hecho de pensar diferente y tener una única aspiración: poder votar en las urnas que Catalunya se convierta en un Estado independiente del español.

Los indultos son, por tanto, insuficientes en número. Pero también lo son en su alcance. Y es que, según parece ser, son indultos parciales. De los tres cargos por los que las 9 personas juzgadas por el Tribunal Supremo están en prisión, sólo serán indultados por dos. Serán indultados no por la totalidad de los años a los que fueron condenados, sino que se les perdonarán justo los años para permitirles salir de prisión hoy y ahora. Las personas indultadas deberán cumplir la ley escrupulosamente so pena de que se le reactive toda la condena de nuevo. Es decir, no son indultos, son una libertad condicional concedida por el Consejo de Ministros.

Controlar el relato, avanzarte a tus peores noticias

En la política, existe una norma no escrita que dice que cuando sepas que alguien tiene una noticia que puede destruirte, lo mejor es que la confieses tú antes de que salga en portada. Es decir, que hagas una “voladura controlada” de la situación.

El juicio del procés por parte del Tribunal Supremo fue absolutamente anómalo. Desde la presencia de un partido político de extrema derecha como acusación particular, hasta el doble rasero de los jueces para con fiscales acusadores y abogados defensores. Se consintió a los testigos de la acusación defender un relato emocional de los hechos (“percibí más odio el 1 de Octubre en Catalunya que en mis años de servicio en el País Vasco cuando ETA cometía atentados”, decía un sargento en la sala), pero no a los testigos de la defensa (el caso más significativo fue el de la declaración de la filosofa Marina Garcés). O se impidió a los abogados defensores confrontar a los testigos de la acusación con pruebas que directamente desmentían su testimonio (recomiendo este pequeño documental sobre el tema).

En este contexto, parece evidente que las instituciones judiciales europeas condenarán la sentencia del Tribunal Supremo como injusta, y es posible que afirmen, igual que pasó con los presos políticos vascos de 2011, que las 9 personas acusadas en el juicio del procés no tuvieron un juicio justo.

Así que, antes de que la noticia te explote en la cara, Pedro Sánchez y parte del Estado español realizan la voladura controlada del asunto mientras cruzan los dedos para que parezca una decisión de verdadero estadista y refuerce sus posiciones. Algo a lo que contribuye la miope lectura de la mayoría del periodismo español, más empecinado en ver un enfrentamiento de dos bandos extremos -VOX y PP por un lado, Junts y la CUP por el otro- que en quitarse la camisa blanca de los ojos y comprender la complejidad de la realidad que intentan representar en sus páginas.

Valoraciones políticas

Y lo cierto es que la capacidad del Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos para aprobar un indulto condicional a las 9 personas juzgadas por el Tribunal Supremo no es más que una demostración de la poca valentía que hace falta para comenzar a buscar soluciones políticas al conflicto entre Catalunya y el Estado español. Durante años, ya más de diez, gran parte de la sociedad catalana -no sólo la independentista, sino también la mayoría de la unionista- ha estado haciendo una única exigencia: un referéndum vinculante sobre la pertenencia de Catalunya al Estado español. Igual que pasó en Quebec, igual que pasó en Escocia, igual que ha pasado en tantos y tantos lugares. Nada más.

La reivindicación por un referéndum ha crecido y crecido ante la ausencia de respuesta por parte de los respectivos Gobiernos del Estado español. La única respuesta que se ha recibido desde Moncloa o desde el Congreso de Diputados ha sido que el referéndum era imposible y que no había más que hablar. No ha habido ninguna propuesta intermedia de profundizar en el estado autonómico para alcanzar una estructura federal que permitiera a Catalunya proteger determinada legislación -la lingüística, sobre todo- o avanzar en otra -derechos sociales-, actuando el Estado de ariete de ataque contra unas, o de freno ante otras.

Ante la propuesta política vacía del Estado, el movimiento por el referéndum ha crecido hasta el punto de que, en mi opinión, ya no es evitable. Es posible que, en los próximos meses o años, el PSOE intente mostrar un acercamiento a Catalunya en base a propuestas más cosméticas que profundas, como está pasando ahora con estos 9 indultos condicionales. Pero a bien seguro que serán pan para hoy y hambre para mañana, como fue el Estatut recortado entre Zapatero y Artur Mas. Y es que la maquinaria estatal ha de entrar en funcionamiento para convocar, e intentar ganar, un referéndum por la independencia de Catalunya. Es esta la solución valiente y efectiva del conflicto. Y no hacer voladuras controladas esperando que la extrema derecha española, si es que queda alguna que no sea extrema, acabe generando la percepción en la ciudadanía de que tú eres el valiente y los demás unos cobardes.

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