La nueva vida del Panafricanismo

Entre el 15 y el 21 de Octubre de 1945, la ciudad de Manchester acogió una reunión que resultaría fundamental en el final de la colonización europea. Se trató del 5º Congreso Panafricano, una reunión en torno a una ideología procedente del siglo XIX que hoy está más viva que nunca.
A aquel congreso de Manchester no pudo llegar con vida Marcus Garvey, uno de los líderes ideológicos del movimiento en aquellos días. Garvey, fallecido sólo cinco años antes, defendía un movimiento político contra la esclavitud de los pueblos negros. Nació en Jamaica, jamás pisó África, pero tenía la convicción de que las naciones negras podían no tener una Historia compartida, pero estaban vinculados por un futuro que les sería común e inevitable.


Descolonización y Panafricanismo

Quienes sí estuvieron en el 5º Congreso fueron personajes como Nkrumah, Kenyatta o Banda, jóvenes políticos contra coloniales que estaban comenzando a conocer la represión europea en territorio europeo. Aquellos que se convirtieron en líderes de las revoluciones anticoloniales de sus respectivos países, saldrían de Manchester con la convicción de que el fin de la colonización estaba al llegar y de que el proceso era inevitable.
Pero la unidad política y económica que el Panafricanismo deseaba para el continente nunca se llegó a producir. Y gran parte de culpa la tuvo el propio proyecto Panafricanista, ya que fue incapaz de traducir su visión política en la creación concreta de instituciones e instrumentos de gobierno. Su propuesta práctica cayó frente a los primeros intentos de crear federaciones africanas –Senghor a punto estuvo de materializar una entre Senegal y Malí- y, especialmente, frente a la reina de todas las ideologías en África Subsahariana: la soberanía.

"EL MAYOR MAL QUE LOS COLONIALISTAS QUE AHORA DEJAN ÁFRICA NOS PUDIERON INFRINGIR, Y QUE AHORA CONTINUAMOS INFRINGIÉNDONOS A NOSOTROS MISMOS EN NUESTRO ACTUAL ESTADO DE DESUNIÓN, ES DEJARNOS DIVIDIDOS EN ESTADO ECONÓMICAMENTE INVIABLES, LOS CUALES NO TIENEN NINGUNA POSIBILIDAD DE DESARROLLO REAL” KWAME NKRUMAH

Europa se retiraba del gobierno directo del continente, y dejaba en manos de esos líderes la soberanía para gobernar el territorio tal y como quisieran, tal y como pudieran. Fueron los años del desarrollismo, del despertar político africano en la escena global. Y en ellos el Panafricanismo quedó reducido a una constante retórica de los líderes políticos de turno, sin materializarse en nada. O peor, materializándose en instituciones como la ya difunta Organización para la Unidad Africana (OUA), o sirviendo de coartada al intervencionismo de dictadores como Gaddafi.

El nuevo Panafricanismo

La llama, sin embargo, ha sido mantenida y ha llegado a nuestros días. Sin las connotaciones del pueblo negro, pero apuntando a las naciones africanas. Los líderes políticos, demócratas o no, siguen manteniendo un discurso panafricano pero continúan sin concretarlo en ninguna propuesta específica. Ante semejante vacío, alguien está dotándole de contenido.
Se trata de los nuevos movimientos sociales africanos. Haciendo gala del nuevo lema revolucionario think global, act local, la resistencia africana vive estos días un nuevo periodo de auge. Ya sea en República Democrática del Congo, con movimientos como “La Lucha” o “Filimbi”, o en Senegal, con Y’en a Marre, pasando por “Ça Suffit Comme Ça”, en Gabón, o el “Balai Citoyen” en Burkina Faso -capaces de expulsar a un presidente que se estaba perpetuando y parar después un golpe de Estado-, la sociedad africana se organiza localmente y busca en un nuevo Panafricanismo, basado en la lucha por la democracia y el fin de la desigualdad económica, su vinculación con ese algo más grande que uno mismo que todos necesitamos.
También las redes sociales actúan de vehículo de este nuevo sentimiento panafricano, permitiendo conectar en sus reivindicaciones sociales a multitud de personas individuales por todo el continente.
Es un nuevo paradigma de esta vieja ideología, la que ahora ya no busca la unidad política y económica de los pueblos negros, ni tan solo la de los pueblos africanos. Pero es la que cobija y da sentido de globalidad a una generación de jóvenes que han visto cómo un Presidente de Estados Unidos negro dejaba de lado las desigualdades raciales y abandonaba el desarrollo democrático y económico del continente. La que acoge a quienes han certificado que no sirve con tener un Obama rodeado de asesores blancos para darle visibilidad a sus problemas. Que, en definitiva, ha asumido que no existe mirlo blanco en la liberación de los pueblos africanos, y que ésta sólo se hace a través de la certeza de que, efectivamente, no tienen una Historia compartida, pero su futuro les es común e inevitable.

África en la revolución mundial

Desde aquí, al otro lado del Mediterráneo, a menudo acostumbramos a olvidar que África lleva poco más de medio siglo de independencias, y que en ningún momento la tan ordenada Señora Europa ha asumido las consecuencias de su despliegue en el territorio subsahariano. Tendemos  a obviar las resistencias africanas a nuestras crueles dictaduras coloniales, una historia llena de luchas sindicales, campesinas y estudiantiles. Y es esta ceguera ante las revoluciones africanas la que nos impide dar la importancia que tienen a estas primaveras africanas. A unos movimientos que, con menos medios pero con más ingenio, se presentan ante poderes políticos gigantescos para intentar construir un sistema democrático y más igualitario. Son los que hacen arder las calles de Brazzaville –hoy mismo-, Ouagadougou, Dakar… para explicar a sus gobernantes –y a los nuestros- que África hoy está más unida, en Estados económicos inviables, pero bajo la bandera de la libertad de sus pueblos. El Panafricanismo aún vive. Keep the flame!

Foto de portada: Michael Branz

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