Delicioso suicidio en grupo, de Arto Paasilinna.
Pocas veces una novela me ha decepcionado tanto. Este finés, que por la foto bien podría hacerse pasar por Papá Noël o hasta por ciudadano belga [guiño, guiño, guiño, Marc Dutroux, guiño, guiño, guiño], tiene fama de ser uno de los grandes de la literatura escandinava actual. Su estilo es directo, de párrafos tan cortos que bien podrían considerarse sonetos en prosa si no fuera porque su manera de contar las cosas aleja cualquier pensamiento dulce. Te suelta la frase ahí, en mitad de la nada, como tu madre habla de los defectos de tu nueva novia con ella delante. Como si el lector no estuviera, Paasilinna se dedica a ir contándonos una vieja historia, la de unas personas que no ven sentido a su vida por distintos motivos y, por tanto, están a punto de quitársela. Sin embargo en un alarde de improvisación [guiño, guiño, guiño, Robert Louis Stevenson, guiño, guiño, guiño] los suicidas deciden hacer un grupo para matarse todos juntos.
El desarrollo de la trama decae según avanza la novela. Ya sabemos que es complicado mantener la tensión en un relato donde un grupo de suicidas buscan la muerte, pero resulta triste decir que el mejor acierto de la obra es el relato del primer intento de suicidio y que a partir de ahí nada merece la pena. La historia se desgrana como un argumento de cine de catástrofes de serie B norteamericana, donde si se necesita un apicultor urgentemente una mano se levanta de entre el último grupo de seres humanos supervivientes para decir “yo estuve tres meses trabajando como apicultor…” Paasilinna pretendió hacer una road movie literaria con un autobús lleno de suicidas, pensando que esto resultaría divertido, pero la novela se le va de las manos inmediatamente y no sabe cómo reconducirlo. El lector no termina de conocer al grupo que va sentado camino de su muerte y es por esto que, cuando aparece el apicultor de turno, tenemos la sensación de que se lo ha sacado de la manga. Quizá la novela tuviera un gran éxito en Finlandia, sabiendo cómo es el humor escandinavo me lo podría creer. Quizá también Paasilinna pretendió hacer con el libro una radiografía del suicidio de su país, donde es una afición colectiva. Pero ambos intentos se quedan en nada porque de humor poco y de tragedia menos. La verdad es que resulta complicado encontrar fuerzas para acabar el libro.
Crónica de Dalkey, de Flann O´Brien.
Este irlandés era un auténtico desconocido para mí. Sabía que tenía otro libro de reciente aparición en España, El tercer policía, que además posee cierta fama entre los mitos sociales norteamericanos porque algún guionista de la serie Perdidos había insinuado que tenía mucho que ver con el desarrollo de la trama del serial. Poco más, y la verdad es que ha sido un descubrimiento. La novela se disfruta, en todos los sentidos, por ser un desvarío de considerables dimensiones que hace las delicias de cualquier lector ávido de reconocer la escritura ágil en cuanto se le pone delante.
El personaje que inicia la acción en Crónica de Dalkey ya fue presentado por O´Brien en la mencionada El tercer policía, y no es otro que el estrafalario científico De Selby. La acción nos sitúa en Dalkey, pueblecito diminuto de la pequeña Irlanda que disfruta de la tranquilidad adecuada para que De Selby realice sus experimentos con la destrucción del mundo como fin último. En su devenir se cruzará con el verdadero protagonista de la novela, Mick, funcionario y hombre irlandés ante todas las cosas. Introduciéndose en el mundo de De Selby, Mick ideará un plan para pararle los pies y salvar a la humanidad. Pero por el camino le van a ocurrir cosas que sólo un irlandés podría asumir como si tal cosa. Por un lado tendrá conversaciones con San Agustín gracias a uno de los inventos de De Selby quien le comentará otras disquisiciones religiosas que ha tenido el gusto de disfrutar cuestionando la personalidad de Judas, de Jesucristo y otros personajes santos del orbe católico. Las páginas donde O´Brien se dedica a diseccionar el imaginario cristiano son inigualables por su mezcla de humor sacrílego y su prosa hiriente.
Para terminar de complicar el delirio colectivo de esta novela, O´Brien introduce otro personaje: James Joyce. Mick se enterará en el Pub -¡dónde si no!- de que el genial autor irlandés no murió en Suiza como todo el mundo creía, sino que vive cerca de Dalkey, camuflado debajo de otro nombre y renegando de toda su obra. Mick no podrá dejar pasar la ocasión de viajar y hablar con él, lo que nos proporcionará a nosotros la oportunidad de escuchar a un Joyce que no sabe que Ulises ha sido publicado, afirmando no haberlo escrito él. El café literario entre Mick y el Joyce de O´Brien bien merece un sofá donde acomodarse bien porque el riesgo a que el lector salga dañado es muy alto y cuando la literatura da paso, de nuevo, a la discusión religiosa es más que probable que tengamos que tirar el libro por los aires admitiendo no poder leer nada más.
Más que recomendable para los que gusten de un buen libro en formato directo y sin complicaciones. Una muy buena idea ha tenido Nórdica editorial en acercar los libros de O´Brien al público en castellano.
Presentado como el Palahniuk o el Easton Ellis francés, Beigbeder es el típico escritor perteneciente a la cultura violenta. Se han puesto de moda –vaya Ud. a saber por qué- las novelas contadas con violencia, donde ésta es un elemento más de la trama así como de la narrativa. Donde los personajes, lejos de hacer lo que todos nosotros haríamos, se dedican a realizar todas las monstruosidades inteligibles en cualquier momento. Su función, se supone, sería la de escandalizar acercándose a la distorsión del mundo, la personificación de los males de nuestra sociedad llevados a la enésima potencia. Pues bien, a mí no me convence. Qué quieren que les diga, supongo que veo más trasgresión en los relatos de Mohammed Chukri cuando cuenta cómo un hijo le tiene que hacer una felación a su padre ciego para evitar que éste se vuelva a casar con una mujer más joven dejándole sin herencia. Y entre medias no ha golpeado la cabeza de nadie, visto imágenes pornográficas bien descritas en ningún ordenador, ni haberle dicho a la primera chica que pasaba que se la iba a follar por el culo mientras su compañero le chupaba los zapatos.
Pero hay que ser justos con 13,99€ y darle al César lo que le es propio. La novela cuenta la historia de un creativo de una de las mayores agencias publicitarias de Francia. Se ha granjeado una inmensa fama con sus campañas y su sueldo y ritmo de vida así lo atestiguan. Sin embargo está harto. Ha decidido dejarlo pero se siente incapaz de escribir su carta de despido. Sabe que si es él quien se va perderá la segura indemnización que recibiría si le despiden. Por tanto, se dispone a escribir una novela contando absolutamente todo lo que ocurre en este mundo publicitario. Si esta breve sinopsis pudiera ser interesante aún lo es más cuando nos enteramos de que ésta y no otra es la historia real del libro, que Frédéric Beigbeder es ese harto publicista que decide que quiere ser despedido y que el libro que va a escribir no es otro que 13,99€.
De manera que, animado por Michel Houllebecq, escribe un libro donde nos sitúa en el centro de una campaña para una conocida marca de postres –no tardaremos en adivinar que se trata de Danone- y nos contará la triste historia de la manipulación del público a través de las imágenes, los sonidos y todos los frentes posibles. “No toméis a la gente por tonta, pero nunca olvidéis que lo es”, se dice en un momento. Junto a la campaña, la primera parte del libro se disfruta por ser un alegato contra el consumismo, contra la estirpe de ejecutivos que se creen más importantes que el mundo en el que viven y, en general, contra la sociedad de consumo. Para quien conozca, como me ocurría a mí, algún aspecto de la vida interior publicitaria el libro le servirá para terminar de reconocer las mentalidades del mundillo. Para quien no conozca nada de esto, bienvenido al mundo de la publicidad. Beigbeder exagera, pero lo hace anclado en la realidad con lo que las hipérboles que desglosa no son menos sorprendentes que las crudas acciones que critica. ¿Será verdad que Nestlé tiene registrado el término “Felicidad” y es por eso que nadie puede utilizarlo en un anuncio? ¿Registró PEPSI –Pesicola para los abuelos y abuelas- el color azul?
Comentarios
Pasando ya a las lecturas, creo que dije otra vez que a mí el libro de Beigbeder, sin ser una obra maestra, sí que me gustó. Es cierto que el estilo descarnado puede llegar a cansar a veces, pero también hay algún rastro de lirismo e incluso ternura (si no recuerdo mal, en un momento del libro le dice a su amiga prostituta que "a veces un beso en la mejilla es mejor que hacer el amor").
A mí lo que más me interesó fue todo lo relacionado con el mundo de la publicidad y la cultura del consumo; no en vano, las técnicas publicitarias también se aplican a la política. Lo de la isla que sale al final del libro... bueno, eso ya es otra historia.
Por cierto, estoy seguro de que Pepsi registró el color azul. En España, las compañías de telefonía móvil han hecho lo mismo; como casos curiosos, Harley Davidson registró el ruido de su motor, y no sé qué marca de pelotas de tenis hizo lo mismo con el olor de éstas (se ve que tendrán una fragancia especial...).
No puedo dar mi opinión sobre ninguna de tus lecturas de agosto porque no he leído ninguna, sólo que siento que hayas topado con tantas cosas prescindibles, justo en esto estoy ahora. Le doy dos capítulos más de margen al que tengo entre manos.
Besos.
En cuanto al resto, coincido con Eva en que no puedo entrar en discusión, ya que no hemos coincidido en elecciones veraniegas. Eso sí, descarto la de Paasilinna, había leído ciertas críticas positivas, pero sin duda, me fío y casi que mejor invierto las perrillas en otro título.
Biquiños
Respecto a 13,99€ la verdad es que tenía peor opinión de la novela hasta que empecé a escribir de ella y darme cuenta de sus virtudes. De ahí que me quedara un comentario medio medio. Ni para tí ni para mí.
eva; No desfallezcas. Es mejor acabar el libro y que tenga un buen final... tú lo cierras y dices en voz alta "¡Vaya miiierrrda de libro!". No te pierdas Crónica de Dalkey. Es un descubrimiento.
aloia; No lo dudes, Paasilinna no vale un esfuerzo. Se ha hablado de él -y por tanto se ha vendido- porque fue una de las novedades fuertes del mes de Anagrama y eso tira mucho. Fíjate si no en el nuevo de Vila-Matas cómo habla todo el mundo de él. Si es de Anagrama se habla, si Sexto Piso saca un libro nuevo de Milorad Pavic nadie lo saca en la foto. ¡Pena de negocio, oiga!
Me alegro que a los tres os guste la nueva plantilla.