En sus orígenes, para mí esa emisora había sido una estación poco menos que familiar. Varios miembros de mi saga han pasado por sus micrófonos en un momento u otro, y hasta el que esto firma ha tenido el gusto de lanzar su voz al mar de hogueras de la Frecuencia Modulada, delatando a los familiares y disfrutando con gusto del sentirse público único del espectáculo radiofónico. Si la radio ya acompaña cuando sólo habla, si además gesticula y guiña el ojo, el resultado es magnífico.
Pero de eso hacía ya mucho tiempo y hasta el número de la emisora no parecía el mismo cuando, medio derretido por el atasco, eliminé de mi vista al gran Jimi y pulsé el tres. A mis oídos apareció un programa de título tremendamente sugerente y cuyas palabras hurgaban muy bien en mi curiosidad. La Ciudad Invisible se convirtió poco menos que en compañera habitual en el atasco. Un programa cultural en donde los locutores se animan a representar, cual novela radiada, algún pasaje de cualquier libro que tenga que ver mínimamente con el programa del día. Confieso que, desde escuché de una de estas voces el famoso pasaje de Marlow sobre su gusto por los mapas –con el que me siento tremendamente identificado- y adiviné que estaban leyendo El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, cuando me tropiezo con este programa y suena de fondo la sintonía de Morcheeba que utilizan para cada pasaje, no hago sino tratar de adivinar a qué libro o a qué autor pertenece. Muchas veces acierto, otras me quedo cerca, y el día que adiviné que leían a Charles Dickens –del que aún no he leído nada- supe que este era mi programa. Y también al revés. Cuando he leído algún pasaje tremendamente bello o significativo, no he podido evitar pensar cómo sonaría con aquellas voces que suenan de lunes a viernes en Radio 3 de 19 a 20:30 de la tarde.
Una vez enganchado a la tercera de las radios públicas, con un eminente sentido anticomercial –tanto que debe ser deficitaria… más aún, quería decir-, encontrar programas que descubrir es sólo cuestión de tiempo. En otro atasco, esta vez a las 3 de la mañana y en mitad de las obras de la M-30, me topé con una sintonía que aún resuena en mi cabeza de vez en cuando. La sintonía acaba, invariablemente, con las mismas cinco palabras pronunciadas por la grave voz de Juan de Pablos: “Esto es… Flor de pasión”. Un programa único dedicado a la música instrumental, con multitud de pasado por descubrir. Es casi un tratado de arqueología de la música, pues suenan grupos de hace 30 ó 40 años que apenas tuvieron repercusión entonces, pero que cuentan con una gran calidad musical. La sintonía, por ejemplo, que me atrajo tanto, interpretada por Paul Moriat, hizo de mí un Moriat-adicto y que, desde entonces, las versiones cantadas de las canciones que interpretó me suenen a rayos y centellas.
El siguiente programa al que me enganché no tiene nada que deberle a atasco de la ciudad de Madrid. Esta vez la adicción la produjo el mismo locutor y pinchadiscos: Ramón Trecet. “¿Quién?”, pregunta la niña avispada de la primera fila. Pues quién va ser, el gran Ramón Trecet, ése que retransmitía el baloncesto, equipado con sus gafas, su calva y su barba, que hacía de la onomatopeya un arte –nada que ver con el actual Montes- y que dirige su programa Diálogos 3 de 15 a 16 cada tarde de la semana. ¿Qué tiene su programa? Pues tiene todo el mundo, comprimido en un espacio que alienta contra el pesimismo y nos anima a ver que la música del mundo no se parece necesariamente a Britney Spears. Trecet nos pincha música gitana, polaca, rumana, africana, de cualquier parte del mundo que le llegue. Podemos saber a dónde ha ido en verano de vacaciones porque se viene cargado música que nos pone a lo largo de todo el año –a mí me tocó conocerlo tras su viaje a Armenia, y veo con alegría que sigue pinchando al mismo armenio-, e incluso de vez en cuando ocurren milagros como que un grupo polaco, que escucha el programa por internet, se empeñe en salir por él y le mande la maqueta de su grupo de música tradicional. Trecet se ríe mientras lo pincha, te advierte de la mala grabación –que no de la calidad de la música- y te hace pasar el buen rato de saber que hay más gente contigo escuchando el mismo programa. Una experiencia conjunta.
Música es Tres es el programa que me despierta cada mañana camino del trabajo. Harto del tertuliano de turno, del simpático que hace bromas por teléfono a las 8 de la mañana o del disco que siempre ponen a la misma hora en muchas emisoras, Música es 3 se convierte, con la voz de Virginia Díaz, en una importante alternativa. Es lo más parecido a la radio fórmula que Radio 3 tiene en parrilla. Rock alternativo, estilos actuales, novedades poco comerciales, clásicos del Rock… casi de todo tiene cabida en este espacio salpicado de presentaciones divertidas y anuncios sobre actos culturales. Un programa cuyo padrino, por cierto, llamado Diego Manrique ha sentenciado a muerte para seguramente instaurar al graciosete de turno, el soso y nulo Manel Fuentes –no se salga del guión, amigo.
Las 13 horas son horas de ROCK. Con todas las mayúsculas, Carlos Pina y su voz con dos cubitos de hielo traen la potencia que a media mañana se necesita. Es como el almuerzo que no engorda, que alimenta el espíritu del que lo escucha y que permite sobrevivir el resto del día. Toparse con su sintonía de cabecera es una tremenda alegría. Este próximo viernes 27 celebra sus 700 programas que, al parecer, serán los últimos. Otra sentencia de muerte hacia la radio pública no comercial, oigan.
Me dejo mucho en el tintero. Cifu, con su A todo jazz –amo ese swing de voz que nos ofrece-; los conciertos de grupos pequeños y de los grandes que hacen que el directo sea importante en la radio. Cuando los Elefantes sueñan.., que nos conducen a sueños profundos o el tremendo Diario Pop al que las jubilaciones anticipadas promovidas por la dirección de RTVE nos arrebató el orgullo de los grupos minúsculos. En definitiva una radio que merece ser escuchada y, por supuesto, conservada como más que un servicio público. Que debería ser cuidada frente a los instintos comerciales y laborales que la están destruyendo y que harán que desaparezca la que hoy conocemos el próximo mes de septiembre. Una radio traicionada por quienes tanto la querían que acabaron apuñalándola por la espalda. Vade Retro.
Comentarios
Yo no soy muy dado a la música, así que el programa que me parece más atractivo es el de "La ciudad invisible" (si fuese dorada sería una misteriosa coincidencia). Espero que tengan podcast.
Sin duda, de los medios de comunicación tradicionales, mi preferido es la radio, quizá por mi afición a trasnochar. Sin embargo, la publicidad y los emails de los oyentes hacen que algunos programas sean inaguantables.
Anímate con Radio 3. No hay publicidad -salvo las locuciones que te anuncian conciertos o actos culturales- y no leen emails de los oyentes. Tan sólo Siglo XXI tiene contacto habitual con los oyentes mediante el contestador. Y es la parte más aburrida, claro.
Un saludo.
PD. ¡Qué alegría me ha dado Boston este año! Es como si el mundo entero volviera a estar en su lugar :)
Emili Rosales escribió un libro que llevaba por título "La ciutat invisible", qué curioso! Y es un libro que no está nada mal :)
Yo es que en el 3 tengo Catalunya Informació. Radio 3 tendrá que ir en el 6, con la misma lógica que uso para poner Antena3 en el seis de la tele.
¿Pero en el 6 no está puesto Telemadrid?
Salud y que viva Radio 3
Mil biquiños sonoros!
Aloia; Diego Manrique, si no me equivoco, es quien va a cambiar la emisora desde su puesto en la dirección. Se acabó Virginia y su Música es 3, ahora viene Manel Fuentes con otro programa de lo mismo. Una pena, la verdad.
Bueno, de qué vale, al final, los programas se irán y pocos nos acordaremos de ellos......no hay derecho!!!
Por aquí suena como posible sustituto de Antoni Bassas, que lleva 14 años conduciendo el informativo/magazine de las mañanas de Catalunya Ràdio con gran talento y maestría.
Un abrazo.
Espero que se pueda sintonizar igual de bien en la periferia y no sea un placer exclusivo de los que viven en la capital.
Saludos.
A ver, entre Kiss FM y Radio 3 no hay comparación posible. La primera es una emisora eminentemente comercial y la segunda una emisora con una filosofía única en el panorama radiofónico español. Es cierto que los cambios de parrilla desde que escribí la entrada hasta ahora han modificado un poco esa filosofía, pero aún merece la pena estar todo el día colgado de su frecuencia. En Alicante, de donde veo que eres, se puede escuchar desde distintas frecuencias dependiendo de donde estés. Consulta la web www.rtve.es y ¡seguro que encuentras la tuya!
Abrazos.