Tras las pesquisas diplomáticas y la decisión de intervenir militarmente, la visión estadounidense del asunto se presumía sencilla, como tantas otras veces. “Llegamos allí con los aviones, bombardeamos los puntos clave, dejamos algún recado a la población local –para que aumente la presión sobre el gobierno serbio- y en 10 o 15 días todo está acabado”. Esto sí que era cirugía y no lo del Cambio Radical.
Sin embargo se equivocaron. El empecinamiento de Milosevic a no darse por rendido obligó a EEUU –OTAN entremedio- a bombardear hasta el punto de que el jefe militar de la operación tuviera que confesar ante las cámaras de que ya no tenían nada más en la lista de objetivos. Los planes se habían hecho para una docena de días bombardeando de manera que, al igual que el borracho en la pista de baile tras soltarle las frases hechas a la presa de turno, se quedó donde estaba, haciendo como que hacía algo. La idea de intervenir por tierra sobre unos terrenos tan complejos como lo son los Balcanes estaba de antemano totalmente descartada –cosa que contribuyó a hablar de la cobardía de occidente frente a los serbios.
La búsqueda de nuevos objetivos bombardeables terminó con la paciencia de los militares. Absolutamente cualquier objetivo era discutido por los representantes políticos de
El bombardeo de la televisión produjo muchos efectos tanto en uno como en otro bando.
El affaire televisivo contribuyó además a que los medios occidentales se hicieran eco de la tremenda oposición que los serbios hacían a Milosevic. El régimen de éste se vendía como una nación yugoslava tremendamente unida. Por entonces aún existía el ente llamado Yugoslavia y estaba formado por las Repúblicas de Serbia –incluida la región de Kosovo- y Montenegro. Sólo ésta última era capaz de inhibirse de la política de autodestrucción de Milosevic y, por lo tanto, se salvó de ser bombardeada. Los serbios y las serbias tenían entre ceja y ceja a un Milosevic endiosado, que se pensaba capaz de superar cualquier eventualidad que le saliera al paso en su política internacional y que tenía dominada la política nacional mediante un discurso enteramente nacionalista, alegando que Serbia había sido vilipendiada por todas las naciones europeas durante las Guerras en Bosnia y que ahora era privada de su capacidad de decisión sobre un asunto interno: la serbialidad de Kosovo.
Los serbios ajenos a la política, es decir la inmensa mayoría, sólo interpretaban una cosa. Milosevic les había llevado de ser el país más próspero del Este de Europa, con becas universitarias que cubrían desde los estudios hasta la vivienda, con transportes públicos eficaces, poder adquisitivo y unas cooperativas de trabajadores que realmente conseguían sacar beneficios espectaculares que se revertían en la propia ciudadanía a ser el agujero negro, el desagüe de Europa. Ellos querían quitárselo de encima, limpiarse de políticos como los que tenían que prestaban su apoyo incondicional a la política nacionalista y en lugar de recibir ayuda de los países occidentales, les bombardeaban en nombre de los Derechos Humanos.
Como era inevitable la resolución del conflicto no vino por la vía militar, sino por la diplomática. Rusia, durante todo el conflicto, se mantuvo alejada de mostrar intención de ayudar en la defensa de su hermano eslavo –paneslavismo, decían entonces- y sólo hacía declaraciones condenando las acciones de
Sin embargo, como en esas películas malas donde se da más papel del debido a actores que deberían estar ya jubilados, EEUU aceptó de buen grado que Rusia jugara al juego de Gran Potencia. Necesitados los americanos de una salida airosa, pensó que
Había que escenificarlo todo y para eso todos tenían que ganar, como en una noche electoral cualquiera. EEUU, y
Comentarios
Gracias por el refresco histórico; muy necesario, por otra parte.
Besos.
Un saludo.