No es que actualice sobremanera el blog, pero me he dado cuenta de que no había hablado antes del gran, inigualable, Don Ramón Gómez de la Serna. Solucionémoslo.
Sobre este autor ya existe un blog que, a pesar de llevar poco tiempo funcionando, está bastante bien. También hay una página web donde consultar su obra. Para mí Don Ramón siempre ha sido un referente en cuanto a manera de escribir e incluso de entender la vida. Ser capaz de dar una conferencia subido a un elefante o dentro de un quirófano de su época, es para ser admirado. Sus tertulias de café en el Pombo y los relatos que de Madrid dejó hacen que sienta nostalgia de haber nacido en otro momento distinto al suyo.
Pero afortunadamente pude nacer tras él, y no antes, y así acudir a sus textos, ser capaz de reír y emocionarme, sacarle la punta a todo lo que la vida trae consigo y aprender que Madrid y Buenos Aires, al fin y al cabo, nunca han estado tan lejos. Les recomiendo, para aquellos que gusten el surrealismo, la lectura de ¡Rebeca!, obra que, como todas las buenas obras, compré por euro y medio en un puesto callejero de Madrid. La descripción que hace de la Revolución en uno de sus capítulos finales volvería loco al más cuerdo revolucionario. Y sobre esta ciudad que tanto amamos los dos, no se pierdan El Rastro, o El Novelista, o Piso Bajo o tantas otras.
Durante años, fragmentos de ¡Rebeca! firmaban las últimas líneas de los correos que mandaba a amigos, familiares y compañeros. Hoy acuden a terminar esta entrada unas líneas de su obra Greguerías. Disfrútenlas.
Sobre este autor ya existe un blog que, a pesar de llevar poco tiempo funcionando, está bastante bien. También hay una página web donde consultar su obra. Para mí Don Ramón siempre ha sido un referente en cuanto a manera de escribir e incluso de entender la vida. Ser capaz de dar una conferencia subido a un elefante o dentro de un quirófano de su época, es para ser admirado. Sus tertulias de café en el Pombo y los relatos que de Madrid dejó hacen que sienta nostalgia de haber nacido en otro momento distinto al suyo.
Pero afortunadamente pude nacer tras él, y no antes, y así acudir a sus textos, ser capaz de reír y emocionarme, sacarle la punta a todo lo que la vida trae consigo y aprender que Madrid y Buenos Aires, al fin y al cabo, nunca han estado tan lejos. Les recomiendo, para aquellos que gusten el surrealismo, la lectura de ¡Rebeca!, obra que, como todas las buenas obras, compré por euro y medio en un puesto callejero de Madrid. La descripción que hace de la Revolución en uno de sus capítulos finales volvería loco al más cuerdo revolucionario. Y sobre esta ciudad que tanto amamos los dos, no se pierdan El Rastro, o El Novelista, o Piso Bajo o tantas otras.
Durante años, fragmentos de ¡Rebeca! firmaban las últimas líneas de los correos que mandaba a amigos, familiares y compañeros. Hoy acuden a terminar esta entrada unas líneas de su obra Greguerías. Disfrútenlas.
Amor es despertar a una mujer y que no se indigne.
Al oír: "¡Qué te llevas el hilo!" y sentirnos unidos al costurero, es cuando comprendemos en toda su realidad el vínculo matrimonial.
El amor nace del deseo repentino de hacer eterno lo pasajero.
En el billete de ida y vuelta tememos que nos perforen la vuelta en vez de la ida, obligándonos a volver al revés, comenzando por ir otra vez para volver de nuevo.
La felicidad consiste en ser un desgraciado que se siente.
Las croquetas deberían llevar hueso, para que pudiéramos llevar la cuenta de las que comemos.
Al cerrar una puerta con violencia pillamos los dedos al silencio.
Comentarios
De sus muchas greguerías, hay una que me gusta especialmente: "el hambre del hambriento no tiene hache. ¡Con filigranas al ambre verdadera! El ambre, si es verdadera ambre, se ha comido la hache."
No sale muy bien parado Ramón, sin embargo, ni en el libro de Prada ni en las monumentales y extraordinarias memorias de Rafael Cansinos Assens. Quzá le faltó un poco de sensibilidad social, tanto en la crítica como en la acción.
Para mí la visión más tremenda de Ramón, es la de esos interminables años (más de 20, creo) que se pasó en Argentina, sólo, separado de su ciudad -de sus fuentes-, sin su público, sin su tertulia, sin sus amigos, muy justito de dinero, luego cada vez más enfermo... Y teniendo que escribir, CADA NOCHE, la gregería, el artículo, con el humor, la bondad, el espíritu, la alegría de siempre...
Desde el resfriado otoñal, el más aséptico de los abrazos
Un placer leer sus comentarios.