Retomando la senda de la explicación de los acontecimientos históricos en la República Democrática del Congo y tras explicar en dos entradas anteriores el proceso de descolonización que sufrió el país así como la llegada al poder del dictador Mobutu Sese Seko -quién seguramente protagonizará más entradas en el futuro de este blog- hoy partimos hacia mediados de los años 90, cuando dicho dictador cayó a manos de una revolución empezada -quién se lo iba a decir- en un pequeño Estado vecino: Ruanda.
Los acontecimientos ocurridos en Ruanda, donde una parte de la población, Hutus, se dedicó a perpretar la desaparición física de la otra parte, Tutsis y Hutus que no participaban del movimiento, tendrán repercusiones funestas para la subsistencia del régimen de un Mobutu afectado de cancer.
Por una serie de cuestiones que no vienen al caso, los perpetradores del Genocidio de Ruanda logran escapar como refugiados políticos a la frontera con Zaïre. Allí, desde los campos de refugiados, se establecerán distintas estrategias para desestabilizar al gobierno ruandés. Sin embargo pronto estas actividades darán un giro de 180 grados. La lucha se situará frente al gobierno del Zaïre, quien por su parte rechaza y combate a los refugiados. Estos militares Hutus se unirán a la disidencia zaïreña liderada por Laurent Kabila formando un grupo que, con el apoyo final de los otros tres países de los Grandes Lagos fronterizos con Zaïre -Uganda, Burundi y Tanzania- iniciarán una revuelta que irá tomando posiciones desde el Noreste del país hasta la capital Kinshasa, al Suroeste.
Los rebeldes de Kabila lograrán conquistar la capital en poco tiempo avanzando de una manera relativamente rápida. Cuando ésta se encuentra sitiada, la familia de Mobutu Sese Seko ya ha logrado desmantelar la mayoría de sus centros de poder. Por entonces el gobierno -formado en su mayoría por estos familiares- sólo ejerce el control sobre las casas de sus miembros y Mobutu huye refugiado por el Reino de Marruecos. El resto del país, si no está controlado por los rebeldes, lo está por la población armada. Kabila termina llegando al poder en Septiembre de 1997 tras 11 meses de rebelión y logra configurarse como el líder del nuevo Zaïre, un país que rechazará la política acaparadora de recursos financieros que tuvo el dictador Sese Seko y que se presenta al mundo como una nueva esperanza para la población africana.
Kabila tomará una serie de medidas institucionales como el cambiar de nuevo el nombre del país. De Zaïre, volverá a ser Congo. República Democrática del Congo, como se la conoce hoy en día. "Democrática", sí, en clara alusión a los nuevos criterios que los donantes internacionales establecen para participar de la Cooperación Internacional y no de su filosofía política. Cambiará la bandera, de esa verde con un sol amarillo que antes explicábamos, se volverá al fondo azul celeste y las 7 estrellas doradas, la colonial. Estos dos hechos escenifican muy bien cuál es la política de Kabila. Llegar a ser un país susceptible del respeto por parte de los grandes socios internacionales, obtener recursos de la Cooperación Internacional, recrear el feudo que antes tenía Mobutu, pero con otro estilo.
Sin embargo Kabila está comprometido con las facciones Hutus de la rebelión a dar a esta etnia un poder y una presencia en los poderes públicos que resulte mayoritaria frente a otras, mientras que, poblacionalmente, los Hutus son una minoría muy localizada en la región fronteriza con Rwanda y Burundi, el Kivu, allá donde estalló la rebelión. La mayoritaria presencia de hutus en el poder congoleño levantará muchos malestares en otro tipo de etnias y Kabila decidirá jugar a la política etnificada olvidándose de otros principios.
Politizando las etnias, Kabila abandonará su apoyo a los hutus y terminará marginándoles en beneficio de otras. Con lo que él no contaba era con el nuevo renovado apoyo de Tanzania, Burundi y Uganda a los líderes hutus. Volviéndose a levantar en la región del Kivu, como varios años antes habían protagonizado junto a Kabila, la nueva rebelión comenzó a extenderse por todo el país. De nuevo de Noreste a Suroeste. La diferencia con la rebelión de Kabila es que esta vez las facciones no están unidas en torno a un líder, sino que existen varios de ellos apoyados por uno u otro país. Tanzania, Uganda y Burundi tendrán sus propios elegidos quienes, además, obtendrán cuantiosos beneficios de la explotación de recursos naturales existentes en las zonas por ellos controladas y terminarán por asentar los frentes de batalla, sacando mayor partido a la guerra en sí misma que a la posibilidad de lograr el poder. Se extienden los señores de la guerra por todo el país que se alían y traicionan entre ellos y entre compañías multinacionales extranjeras que ven en la situación un filón para obtener los minerales necesarios para fabricar sus productos -móviles suecos en su gran mayoría.
Kabila, por su parte, terminará por morir a causa de los disparos de uno de sus guardaespaldas el 16 de Junio de 2002, dejando un país regido por los señores de la guerra y a su hijo, Laurent Kabila Jr., al mando del gobierno de la República Democrática del Congo.
Comentarios
Contestando a tu pregunta, mi relación con África sólo es, de momento, investigadora. Desde que caí en un doctorado donde tratábamos temas africanos el cacho de tierra ese que se extiende desde al sur del Sahara me tiene muy intrigado. Espero poder trabajar allí en breve para que el conocimiento, además de académico, sea material.
Me alegro de que te haya interesado el blog.
Un saludo.
Precisamente estoy leyendo un libro que me trajeron de Bruselas el otro día cuyo autor es (¡cágate lorito!) el último asesor presidencial de seguridad de Mobutu, antes ministro de defensa del Zaire y antes jefe de los servicios de información. aunque, claro, es bastante sesgado y dedica muchas energías a justificarse, cuenta cosas bastante interesantes sobre la primera guerra mundial africana y, en especial, sobre la intervención francesa y estadounidense: "Crimes organisés en Afrique Centrale", Honoré Ngbanda Nzambo.