Susurros de la Ciudad

Contemplar una fotografía antigua de la ciudad en la que has nacido, de la ciudad a la que toda tu familia ha llegado en algún momento u otro de su historia vital, produce una sensación agridulce. Por un lado, se siente tristeza. Las imágenes en blanco y negro, con esos tonos dorados, nos rebotan sentimientos de añoranza por los seres queridos que pasearon por esas calles, compraron en aquel mercado o vieron construir ese –ahora- importante edificio. Pero rápidamente la alegría por recordar que otros que también se tomaron el chato en aquel bar antes de ser derruido, que se manifestaron por las calles con sus sueños colgados de un palo de escoba y una sábana vieja, siguen vivos y deseando contar su historia al primero que se cruce dispuesto a escuchar.

Escuchar, bonito verbo. Tantas y tantas veces nos han contado la historia de donde vivimos que las imágenes se vuelven caóticas y contradictoras. Donde había un hospital en tiempos de guerra también había una cárcel republicana custodiada por la misma persona que tres años antes había muerto de un cólico miserere en ese mismo hospital. Poner orden en los recuerdos agolpados de varias generaciones es una labor del albañil de la memoria. Hay que tratar que las juntas de esos ladrillos hagan un zig-zag para terminar montando el muro del pasado frente al cual chocamos y desde el cual nos gusta interpretar los hechos de hoy.

Y el mejor lugar para escuchar no es otro que el que ofrecen las reuniones. Cualquier excusa es buena, ya sea una celebración personal en el bar de toda la vida, una fiesta popular llena de gente o la soledad de un paseo nocturno por las calles temporalmente deshabitadas de tu ciudad. Así, de escuchar y escuchar se va juntando la gente. Y de todas esas conversaciones surge una historia popular del lugar donde se vive. Poco a poco creamos las costumbres nuevas y transformamos las tradiciones que nos han contado para que, en esencia, todo siga igual.

Sí, transformamos –otro verbo precioso- y hacemos nuestra la vida de aquellos que un día pasaron por aquí. Repetimos sus gestos, degustamos sus dulces y nos mostramos arrogantes como ellos, tiernos y combativos a la vez. Sabedores de que nada ni nadie podrá con nosotros porque nunca nadie ha podido, y siempre les hemos sobrevivido.

De todo esto, y mucho más que se nos vaya ocurriendo, hablaremos todos juntos. Pero no aquí. Este espacio de La Situación del Espectáculo, perfecta y deliberadamente indefinido, hermano de otros como El Señor Kurtz, Destripando Terrones, Derrota Urgente o ese monstruo colectivo que es Diversidad Diacrítica, no admite desde hoy entradas sobre Madrid. La ciudad que me vio crecer y de la que jamás me exiliaría por muchos vieneses que se me echaran encima, ha dispuesto que le hagamos un blog. Fue ella quien nos eligió una mañana de San Isidro, en la misma casa del Santo y con un vaso del agua milagrosa en la mano. No nos pudimos negar ante tal revelación y hoy contamos con un blog enteramente dedicado a ella, la que toda honra nos merece. Fue Ella también quien eligió el nombre, y sin duda que acertó, pues como ya lo hicieran nuestros abuelos y lo harán nuestros nietos, todos vamos De Magerit a Madrid. Sean bienvenidos, tomen asiento, que vamos a empezar.

Comentarios

eva ha dicho que…
Leeré encantada sobre esta ciudad que siempre me acoje tan bien :)
Es que eres una madrileña en el espejo ;)
Canichu, el espía del bar ha dicho que…
jejejje... me toca poner la pulla nacionalista: madrid es sólo villa (auqnue tiene el más importante título de Corte, hasta que la Corte deje de estar), Alcalá de Henares es la única ciudad oficial de la comunidad de madrid... ajajajjajaaj

bueno, después de esto, sí es cierto que las fotos antiguas de lugares comunes de tu vida, sobre todo si es un lugar desde nacimiento, te invitan a interiorizarte y redescubrurte aunque tú nunca hubieras estado en ese lugar en el que hoy estás, puesto que hace 100 años, por ejemplo, ese lugar era el mismo y a la vez otro. Algo queda en ti de lo que los demás dejaron, sobre todo cuando descubres cosas comunes que se han transmitido.

Un saludo y que la cerveza te acompañe.
Canichu, el espía del bar ha dicho que…
Uy se me olvidaba... ¡y tenemos cigüeñas! ;P
Aloia ha dicho que…
Bueno, bueno, mi más sincera enhorabuena!!!No dejais de asombrarme ...cómo conseguís arañarle al día esos minutos para hacer tantas cosas bien hechas. Visitaré encantada esa página. Madrid fue mi priemr viaje largo en coche cuando era tan pequeña como para sólo tener recuerdos en balnco y negro; fue mi primer viaje en avión y aqui los recuerdos ya son en color y en memoria...y cada vez que vuelvo me gusta más. Siempre me he sentido acogida, por sus calles, y sobretodo por sus gentes...Madrid para mí es especial y sigue siendo una desconocida en el fondo...así que estoy segura de que el nuevo proyecto llenará mis lagunas!! Repito, ENHORABUENÍSIMA!!!!!!!!
Biquiños!
Canichu, yo diría más bien que afortunadamente somos Villa. Ciudad puede ser cualquiera. Hasta Alcalá ;)

Aloia, si fue en coche, fue un viaje muuuuuuuuuuy largo. Aunque creo que es uno de los pocos viajes -ese de Madrid-Santiago- que la calidad del tren hace apetecible el encerrarse en coche.

Muchas gracias a los dos. Y bienvenidos.
C.C.Buxter ha dicho que…
Veo que el holding bloguero sigue aumentando; yo me andaría con ojo.

Eso de ver fotos antiguas a veces crea sensaciones raras; para mí es inolvidable el momento en el que ví una fotografía de la calle en la que vivo hecha en los años cincuenta, bajo el pie de foto siguiente: "Mísero suburbio en Santa Coloma de Gramenet". Vale que no había asfalto y estaba todo lleno de chabolas, pero ¡tampoco era para tanto!

PD: el título del nuevo blog me recuerda, irremediablemente, al "Madrid, de corte a checa" de Foxá. Ya lo siento... (aunque, todo sea dicho, las dos primeras partes de la novela están bastante bien)
Pues yo siempre tecleo el título al revés: De Madrid a Magerit. Debe ser la dislexia... o el subconsciente, claro.
eva ha dicho que…
No. Es que lo tuyo es llevar la contraria.
Unknown ha dicho que…
Es curioso como los mismos edificios, las mismas calles, las mismas gentes pueden ser al mismo tiempo el cielo para unos y un infierno para otros. Los newyorkers aman su ciudad casi tanto como la odian y salvando las distancias ( y el tamaño) un tanto ocurre en Madrid. Todos sabemos que seríamos más felices, más tranquilos y viviríamos menos estresados en el campo. Pero podríamos de veras vivir lejos de Madrid??
Paz ha dicho que…
Me ha gustado leerte situacionista, aunque bien es cierto que vivir en Madrid estresa pero es una ciudad con personalidad, historia y encanto.