Eso, el agua, es el nuevo oro de este Oeste sin Ley. 158 años de gestión pública por parte del Canal de Isabel II no han sido suficientes a la hora de demostrar una eficiente y eficaz gestión. Da igual que el agua de Madrid sea la envidia de las otras 16 Comunidades Autónomas y las dos ciudades africanas. Nada está hecho, todo se permite mejorar. Claro, se privatiza para que el agua de Madrid sea aún mejor ¿verdad?
El Estado opresor, en su particular cruzada antiliberal, ha hecho leyes que impiden a la Marquesa privatizar toda el agua. La gestión de las cuencas, eso que determina cuánto agua va para cada región, ha de ser gobernada siempre por las Confederaciones, lugares de encuentro entre los poderes públicos implicados en esa cuenca y los sectores sociales y privado –que por mucho que quiera la Fundación AGBAR, se diferencian en mucho. Es la Ley estatal, eso que aún hoy no puede cambiar la Marquesa. Aunque algún día ella será quien se haga con el asalto a la diligencia y repartirá el pan entre los niños ricos.
Sí puede cambiar la ley en su jurisdicción. Como el sheriff corrupto del viejo Oeste, la Marquesa puede arrimar a sus amigos y compinches hacia donde ella quiera, y es el negocio del suministro de agua potable el que más jugo tiene. Pero hasta el sheriff corrupto tenía su moral, y la Marquesa no podía ser menos. Hoy, el agua no es de los madrileños ni de las madrileñas. Hoy, el agua es de lo público, es decir, no está en manos de nadie. Y ya se sabe, lo que es de todos, no es de ninguno. Hoy, además, hay que hacer reforma. Es obligado por la Directiva Marco de la Unión Europea, es decir, el Gobernador. Y son obras tan caras, tan inasumibles en medio de esta crisis que ese todos y ninguno que es lo público no puede asumir. La Marquesa se ve obligada, por su convencimiento y su contextualización, a convertir la empresa pública del Canal de Isabel II en un ente accionarial cuyo 49% del capital sea privado. Ahí pasó rozando el sombrero la bala del malvado, muchacho, porque el 51% seguiría siendo de la Comunidad que ella dirige. ¿De qué se pueden quejar los asustadizos ciudadanos entonces? Habrán de encontrarse un agua mejor en sus grifos, pudiendo además, todos y cada uno de ellos, ser titulares individuales de su agua. Lo que es mío, es mío, y no de todo el mundo. Haciendo partícipe a todos de la gestión del agua. Hacia el ahorro por el control accionarial. ¡Bien pensado!
Pero siempre hay pistoleros en todas partes. Gentes que no comprenden la bondad de estas intenciones, a quienes hay que dejarles claro a dónde se pueden ir. “Quien manda en Madrid es Esperanza Aguirre”, la Marquesa de los NeoCon, la más rápida y protegida pistolera a este lado del Manzanares. Y quien ose dudarlo, se encontrará un balazo mediático entre pecho y espalda. Nadie va a interponerse entre la Ley sin Ley y Esperanza. Empezando por esos esbirros del socialismo internacionalista que son los Ayuntamientos del PSM o ese vil traidor del Alcalde de Madrid. Ellos amenazan con romper el convenio que a cada uno ata sus suministros de agua con el servicio del Canal de Isabel II. La nueva empresa, parece, se quedaría sin clientes en la Comunidad de Madrid. Los madrileños y las madrileñas sin agua. Y los ayuntamientos habrían de devolver todos los euros adelantados por el Canal antes de romper cualquier contrato. Los ciudadanos, asustados, ni abren la boca ni dicen ni mu. Mientras, al Sol del mediodía, el duelo en la calle principal, frente al Saloon atestado de mirones, entre La Marquesa mascando chicle y el Alcalde de España. Que esas balas alcancen sus dos objetivos a la vez, porque me temo que si no, a los Madrileños y a las Madrileñas sólo nos va a caber pedir la Independencia y hacer limpieza étnica dividiendo entre los NeoCon y los seres humanos.
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Biquiños!!