Promesas del Este, de David Cronenberg


Surge en la cartelera una película de la que sabes que han dicho cosas buenas, pero de la que casi no recordabas ni los actores ni el argumento. Aparece sin darte cuenta, sin apenas promoción y con muchas rivales de gran tamaño persiguiéndola en el tiempo y en la impaciencia de ese cineasta que todos llevamos dentro. Es Otoño, el mejor momento para ver cine en la sesión de la madrugada. Cuando al entrar en la sala la noche aún no es heladora y cuando al salir sabes bien que pocos andarán por las mismas calles que tú, dejándote la ahora sí fría acera sólo para vosotros dos, la película y tú.

Si además vienes de ver una película de David Cronenberg la urbana soledad deja de ser tu amiga para convertirse en el enemigo más hiriente que jamás tuviste. La sensación que dejan sus películas es la de encontrarse indefenso ante la impactante realidad. Y Promesas del Este no es una excepción. Es cine del grande, con un ritmo narrativo que no decae en ningún momento y que se mantiene en su intento por hacer cine del bueno, del contenido, del que nos va desgranando los horrores que nos cuenta en su debido momento. No hay que tener paciencia, sino confianza.

Cronenberg no concede tregua al espectador y nada más sentarse éste lo va a comprobar. Dos escenas nos hacen agarrarnos a la butaca para no soltarnos hasta que se enciendan las luces de la sala. Porque no hay quien se atreva a salir a oscuras. Una niña de 14 años llega a una tienda de comestibles en mitad de la noche, pide ayuda antes de mirar hacia el suelo y, al ver la sangre que corre por sus piernas, desmayarse. La niña está embarazada, muere pero antes deja en el mundo a una preciosa niña en brazos de la matrona (una correcta Naomi Watts). En otro lugar de la ciudad, un hombre bien vestido termina con el cuello cortado con una navaja. Vemos cómo deja de respirar, cómo le duele todo aquello, cómo se rinde sabiendo lo que le va a pasar. Estos dos hechos no tienen conexión aparente, poco a poco iremos viendo que sí.

La película nos transporta dentro de la ciudad de Londres, aquella en donde hay gentes de todo el mundo excepto ingleses. Quizás por eso sea tan dura y tan amable a la vez. De los muchos restaurantes que hay allí, Cronenberg nos lleva al del mafioso ruso Seymon, interpretado por un gran Armin Mueller-Stahl. Su interpretación de capo de la mafia rusa en Londres no deja de tener tópicos dentro del género, pero él sabe llevárselo a su terreno, convertirlo en el hombre que todos querríamos tener como jefe, consecuente con su puesto y sabedor de sus responsabilidades. El contrapunto a la sobriedad rusa clásica de Mueller-Stahl se presenta la figura de su hijo, interpretado por una de mis debilidades del cine europeo, el francés Vincent Cassel (lo único que se salva de infames películas como Ocean´s Twelve). Interpretando el papel de Kirill está más que correcto. El personaje es histriónico, inseguro y cretino. El hijo del jefe. Ya sabíamos que borda los papeles de loco violento (El Odio), pero la verdad es que aquí el papel le deja más registros. Junto a ellos dos, el recién llegado Nikolái, interpretado por Viggo Mortensen quien repite en una película de Cronenberg tras Una historia de violencia. Su personaje es el principal de la película a pesar de que el argumento nos haga señas para despistarnos y lleguemos a pensar que es un secundario. Es algo a lo que cualquier espectador puede concluir, si Viggo es la estrella de la película, es indudable que él tendrá el papel principal. Interpreta al chofer de la familia, el criminal recién llegado a Londres y dispuesto a hacerse una carrera dentro de la organización. Su personaje nos deja frases de las que se adentran en el occipital como “Yo sólo chofer, conduzco, izquierda, derecha, sigo recto…”. Pocas veces hace falta decir menos para saber más.

Sostenido por estas interpretaciones, Cronenberg termina por darle el toque necesario a la película. Con unos tonos fotográficos adecuados, cálidos o fríos según corresponda, la película enseña esa ciudad que es Londres como lo que es, una ciudad que es muchas al tiempo. Tan pronto estamos ante un escenario típicamente inglés, como que nos trasladamos al interior de una casa que bien pudiera estar en el centro de Moscú, o a un restaurante de la ciudad de Nueva York, o a una sala de fiestas turca. Cada elemento es tratado con la idoneidad necesaria, y eso se agradece. Junto a la puesta en escena, Cronenberg nos proporciona momentos de los que se quedarán en la retina de todos los que las vean. Los paseos en moto de Naomi Watts por Londres o los mejores lugares del Támesis para tirar cadáveres.

En cuanto a las referencias típicas de este género negro de mafias sin piedad, Promesas del Este da para repartir y tomar. La misma escena antes comentada del degollamiento del hombre bien vestido es ejemplo de la perfección de que hablamos. Pero no nos quedemos ahí. Aún podemos comentar escenas como la reunión de la cúpula rusa mafiosa en el restaurante, con un Viggo Mortensen que se luce. O, sin alejarnos del mismo actor, la escena que marcará definitivamente la película en las retinas del que se acerque a verla, una pelea en un peculiar escenario cuya violencia invita a cerrar los ojos, pero que no es gratuita en ningún momento.

Una gran película de mafias, de esas que gusta ver en la noche Otoñal, cuando las buenas personas ya se han ido a la cama, los crápulas aún están descansando de sus veranos y las calles de la gran ciudad se mantienen abiertas sólo para ti y tus miedos.


Comentarios

Øttinger ha dicho que…
El equipo Cronenberg-Mortensen vuelve a funcionar como ya lo hiciera en "Una historia de Violencia". El manejo de una historia que en principio podía ser un poco aburrida o falta de verisimilitud, cobra vida y ritmo en un desarrollo perfecto. Y tiene mérito porque es cadencioso. Estudiando cada movimiento y proporcioando a la historia lo que necesita en cada momento.
BUDOKAN ha dicho que…
Lo has escrito tan bien que me has convencido de que es la película del año. Me gustan mucho los films sobre la mafia y más cuando los filma Cronemberg. Saludos!
el_situacionista ha dicho que…
ottinger, en efecto estamos ante cine del grande.

budokan, además de darte las gracias por los piropos, no lo dudes, es una de las películas del año. Otra cosa es que lo reconozcan más allá de San Sebastián.
Davotanko ha dicho que…
No he visto esta pelicula. Pero por lo que leo debo de hacerlo. Saludos y gracias a Ottinger por visitar mi blog. Estamos en contacto.
Me ha gustado este blog.
Øttinger ha dicho que…
Gracias por tu visita Davotanko. Vuelve cuando quieras. Siempre serás bienvenido.
Davotanko ha dicho que…
Gracias, igualmente ustedes son bienvenidos en mi blog. Por cierto siguiendo su recomendacion hace poco compre una pelicula de David Cronenberg "Una historia de violencia" Maravillosa!
Saludos.